Lunes,13 de septiembre de 1999
Un faraón incombustible llamado Curro Romero toreaba ayer en la Feria de Guadalajara.
José Luis Suárez-Guanes en el Diario ABC.
CURRO ROMERO
Y ANTOÑETE BORDARON EL TOREO ETERNO
TEMPLE Y DESPACIOSIDAD Tampoco Curro Romero pudo redondear en su primero, pero en el quinto lo bordó con la flámula, con solo el lunar de la defectuosa forma de entrar a matar. Dos o tres series de derechazos recreándose, sintiéndose artífice de su propia obra. Muletazos de tela tersa e inmaculada, con ese gusto, esa majestad y esa armonía que tiene el toreo etéreo de Romero. Con su habitual temple y despaciosidad. Más joven que nunca y con muchos más ánimos que en sus años de plenitud. Nos recordó que el toreo también es soñar y le concedieron una oreja que nadie pudo discutir. Ya hemos dicho que Chenel no pudo hacer nada en el que abrió plaza, que habían picado en demasía y quedó con poco motor. Había aguantado al lancear e, incluso, había dibujado una verónica aislada de las suyas. Con la muleta: tal o cual trincherazo, un pase de la firma y poco más. No había material asequible. Pero siempre «tragó». Nunca volvió la cara. Ganas y coraje había tenido Romero al lancear al primero de su lote. Tuvo que cortar la faena de muleta después de una serie diestra, pues el bovino no tenía recorrido. Además mató con muy poca galanura. Frascuelo, sustituto de Curro Vázquez, hizo cosas torerísimas en el tercero, al que debió cortar la oreja, pero ni la gente la pidió suficientemente ni tampoco accedió el duro presidente alcarreño. Hubo varios pases para dejarlos grabados en la memoria. El sexto tenía muy poca fuerza y a pesar de las ganas y la decisión de Frascuelo, este no pudo hacer nada. Cuando nos encaminábamos hacia Madrid nos quedaba en la memoria histórica el modo de ser torero de Chenel y la inmaculada manera de concebir el toreo de ese faraón incombustible que se llama Curro Romero.
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