ANTONIO DÍAZ CAÑABATE
El vino oloroso de Curro Romero


Estamos en la plaza de toros de Jerez. Son las siete de la tarde. ¡Qué hermosura de color y de color! ¡Qué buena amalgama la del calor y el calor de la Baja Andalucía! Tenemos sed. ¡Qué bien vendría una copita de vino!. Curro Romero está en el ruedo. Clarines del último tercio. Curro Romero no coge la espada ni la muleta, sino una botella y un catavino. ¿Cómo va a torear con un catavino y una botella? ¡Ah!, es que el catavino tiene la forma de una muleta y la espada es la botella. Tenemos sed. Estamos sedientos por ver el arte del toreo que duerme hace tiempo en las soleras de muy poquitos toreros. Curro Romero nos lo va a servir. ¿Fino? ¿Oloroso? ¡Vaya por el oloroso! Empieza a torear; cada pase un sorbo. El vino de Jerez, como todo lo exquisito, es preciso saborearlo lentamente. lentamente torea Curro Romero. Al cuarto o quinto pase, ya estamos peneques, ya baila y brilla en nuestros ojos la embriaguez que se deriva de lo bello. Los pases se suceden con espacio y despacio. El toro es noble, acude dócil, pero es necesario tirar de él, templarle. El toro tiene su temple. El torero tiene el suyo. Se unen los dos. Arte puro. Ni una sola vez, una postura forzada o violenta. Ni por asomo aparece el mal gusto. Los pases se suceden variados. Su remate no es el de pecho. Cada remate es distinto. A cuál más graciosos y garbosos. A cual más torero. el vino oloroso de Curro Romero ya se nos ha subido a la cabeza. La plaza de toros de Jerez está borracha de euforia. ¡Qué a punto grita el ole! ¡Ole! ¡Qué buen son el de las palmas! ¡Vino del toreo oloroso! ¡Aromas de la solera del toreo! La solera del pase natural de Curro Romero que se va desparramando en el aire como el perfume que se expande al descorchar una botella de vino de Jerez. El toro y el torero a compás giran parsimoniosamente. La muleta parece que quiere abrazar al toro. El toro la esquiva no con brusquedad, sino blandamente. es inútil que me embale en acumular metáforas. El pase natural de Curro Romero hay que verlo.

Llevo varios años clamando en contra de la monotonía de las faenas de muleta. Faenas de muleta como el vino ordinario y espeso. El público las acepta porque, a falta de vino oloroso, bueno es el espeso. ¡Ah! Pero cuando un torero destapa la solera del toreo variado, en los ojos de la gente baila y brilla la embriaguez de lo bello. Tenía que ser en Jerez, Tenía que ser en Jerez donde el toreo de Curro Romero se convirtiera en vino oloroso. Toda la plaza borracha de entusiasmo, y Curro Romero tranquilo, sirviendo las copas de los pases. ¿No lo ha catado? Creíamos que no, pero nos equivocamos, Curro Romero se perfila, arranca recto y clava media espada en la yema. Rueda el toro sin puntilla. El toro y el torero también estaban borrachos. Las dos orejas y el rabo. Bueno, ¿y qué? ¿Qué es eso? ¿Qué es eso al lado de los brincos del corazón emocionado por el arte puro, por el arte de torear olorosamente? Cada pase un efluvio.

La faena de Curro Romero ha sido una de las más completas que he visto en estos últimos tiempos. No estoy equivocado. El arte de torear es lo que vengo proclamando sin desmayo contra el viento y la marea de pasajeras ofuscaciones, que encierran su mérito, pero que no pueden compararse con la auténtica, pura y eterna belleza de lo que es el arte de torear.

En el segundo, Curro Romero estuvo muy bien. El toro iba corto. Curro lo templó y se destempló con la espada al echarse fuera en un pinchazo y una estocada. Dio la vuelta al ruedo.

El "Litri" me dicen que salió a torear enfermo. Estuvo totalmente apagado. Apenas si intentó, y sde alivió al matar, al primero, de media, dos pinchazos, una estocada y cinco intentos de descabello, y al cuarto, de dos pinchazos y una estocada.

Carlos Corbacho dio la vuelta al ruedo en el tercero, al que toreó con denuedo y finura. El toro estaba muy aplomado. Murió de un pinchazo y media. En el sexto no logró beneficiarse de las buenas condiciones del toro y lo mató de un pinchazo y media.

La corrida del señor marqués de Domecq y Hermanos ha tenido raza con el caballo, sobre todo el primero, y boyante para los toreros. Al quinto se le dio la vuelta al ruedo.

Vendimia en Jerez. Pronto las soleras empezarán a colmarse. Dentro de unos años el vino será embotellado. Habrá un vino oloroso que se llamará de Curro Romero. Cosecha de 1964.
Antonio Díaz Cañabate
ABC
Curro Romero, un torero de leyenda



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