FÉLIX BAYÓN
Más cornás da el arte


Si Curro Romero fuera un empleado por cuenta ajena, el 1 de Diciembre de este a¤o le llegaría la fecha de la jubilación. Pero hace cinco a¤os ,cuando cumplió 60, superó la tentación de la retirada y no parece que entre sus planes sePulse para ampliar encuentre darse de alta en el Inserso.

Este Dmingo de Ramos, algunos de sus seguidores han vuelto a bromear sobre el color de su pelo, que no sólo no tiene ni una cana sino que cada, a¤o es más oscuro y ha ido evolucionando desde el color caoba a un negro intenso. Misterio de la química.

Dando la espalda al calendario, Curro Romero ha decidido no ponerle fecha a su jubilación, sino una condición: dejará de torear el día en que se sienta incapaz de hacerle una faena a un toro que se la merezca. Nunca un torero se mantuvo en activo más allá de la cincuentena.

Críticos nada fanáticos dicen que él es el último gran torero, la única muestra del toreo clásico, ronde¤o, y el único también que, cuando el toro decide no poner nada de su parte, es incapaz de fingir una faena con las ma¤as que dá el oficio. A esta sinceridad atribuyen sus fracasos, que no serían realmente suyos sino del animal. Si hay posibilidad de faena, la hace y es el escándalo. Si no, ni se molesta en camelar al público y el escándalo llega también: despacha rápido y sin disimulos o, incluso, se niega a matar al toro, cosa que le llevó más de una vez a dormir en comisaría. Un crítico muy templado afirma que el miedo nada tiene que ver con esta actitud de Curro Romero. El tipo de toreo que hace, un toreo sin enga¤os, es precisamente el que acarrea cornadas, de las que el ha sufrido muchas y muy graves.

Los más fanáticos alaban su estampa, eso que se llama torería Hay incluso quienes dicen qu e han pagado una sólo por verle hacer el paseillo y se han marchado antes de que saliera el primer toro: tenían miedo de arruinar un buen recuerdo ante la eventualidad de una faena desastrosa Curro Romero conserva el gesto severo, la mandibula apretada de los toreros de antes. En el archivo de este periodico hay una foto de Rodríguez Aparicio qu explica muy bien lo que quieren decir los aficionados cuando lanzan ditirambos sobre las maneras de Curro Romero. En esa foto se ven juntos, haciendo el paseíllo, a Curro Romero y a Jesulín de Ubrique. Curro Romero aparece adusto, listo para comenzar una trascendental ceremonia. Jesulín en cambio, marcha con desgana y tiene el labio inferior caido en su acostombrada sonrisa vana. Más que dispuesto a enfrentarse a un toro parece que estuviera entrando en un MacDonalļs y acabara de dejar aparcado un ciclomotor. Sin duda los tiempos estan cambiando.

Despues de pasar muchas horas con él, Joaquín Vidal, que ha sido autor en este periódico de una de las raras entrevistas concedidas por Curro Romero, escribió que lo que má,s le llamó, la atención fué su lenguaje: no hablaba como los toreros de leyenda que parece que lo hacían para que sus palabras quedaran en las memorias de los colmaos.

Cuando el toréo de Curro Romero sea sólo un recuerdo, será dificil encontrar una frase que sirva para evocarlo. En eso, Curro Romero se ditancia bastante de los toreros de leyenda, que han dejado frases más o menos felices, tautólogicas en bastantes casos y siempre muy redondas. Frases que , en ocasiones, se han atribuido a toreros diferentes a los que las pronunciaron. Ya saben, cosas como: "Caļuno es caļuno", "lo que no pué sé sé no pué sé, y ademas es imposible", "más cornás da el hambre", "más jamón que para eso soy un fenómeno"...

En las hagiografías de Curro Romero, incluso en las más recientes, como en sus páginas de Internet www.curro-romero.com, abundan las anécdotas, pero la mayor parte de ellas son de una gran sosería. En esto, las vidas de santos y las de toreros célebres coinciden: el mérito de la anecdota no está tanto en la anécdota en sí como en el valor que esta toma en cuanto que sirve para demostrar que el protagonista de la hagiografía, a pesar de su notabilidad se comporta como un ser normal.

Yparece ser que en efecto, Curro Romero es bastante normal. No hace frases rotundas ni sentenciosas porque habla como lo que es:como un urbanita. Al contario que la mayor parte de los toreros, no tiene una afición especial por el campo ni por los caballos y nunca tuvo la tentación de hacerse ganadero. Tampoco mantuvo nunca la crapulosa vida que de oficio ha acompa¤ado a los toreros de postín. En lo único que es fiel al tópico es en su devoción por el flamenco, siempre de un modo dicreto, si que esta afición lleve la estela libertina de una juerga. Los que lo han tratado lo describen como un ser tierno, con las dosis de ternura normales en una persona sin complejos. Curro Romero es de esos que acarician ni¤os y se entristecen cuando ve a un animal enfermo. En esto puede que tengan raz&oacte;n sus hagiógrafos: es demasiado común para ser un mito.
Félix Bayón
El Personaje, 20/04/98
El País



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